Cumplir un sueño es una experiencia profundamente gratificante. ¿Habéis tenido la sensación de plenitud, de logro cumplido? Pues eso sentí yo hace apenas un mes, cuando descubrí que… No nos adelantemos. Vamos al principio.
2015.
– Nos vamos al SAPPHIRE.
– Y eso qué es.
– El evento anual de SAP, Alejandra, donde nos cuentan las novedades. Lo hacen en un pabellón enorme, van muchos partners y clientes. Además, luego suelen hacer una fiesta y está muy bien.
-Ah. Es como la Semana de la Moda de París, supongo, pero en contexto tecnológico.
Y me quedé rumiando… “Pues a ver si algún día puedo ir.” Y se convirtió en una aspiración. Los años fueron pasando, y año tras año, iban algunos directivos y compañeros; así que me dediqué a aprender lo más rápidamente posible para ponerme a la altura y quizás, tener la suerte de ser yo quien fuera a poner en valor y a representar a everis. Perdón, NTT DATA.
Unos años después, cuando ya había aprendido a esquiar decentemente -igual no tanto- iba a toda velocidad montaña abajo, porque, aunque estaba de vacaciones, llegaba tarde a una reunión donde me interesaba asistir de oyente. Llegué, pero en el camino me caí. “Toca reposo”, me dijeron.
Así que, aburrida en casa, abrí el mail. Y ahí estaba: Xavi Rovira anunciaba una competición a nivel global, cuyo premio era ir al SAPPHIRE de Orlando. El SAPPHIRE. En O-R-L-A-N-D-O. Pues allá que vamos. Así que, ni corta ni perezosa, me puse a ello.
– ¿Y qué tengo que hacer?
– Montar un vídeo explicando tu proyecto.
Pues mira, otra cosa no; pero vídeos de las vacaciones he hecho trescientos mil, me conozco de memoria todas las opciones del editor. Y voy a meterle algo de IA… ¿por qué no uso un lector de texto que sea una IA y lo uso de voz en off? Y le voy a pedir a ChatGPT que me ayude a redactar el guion. Me voy a meter en un banco de vídeos… ah, pues mira, esta gente está en una reunión, aquí hay una cadena de montaje; me encaja. Un poquito de música inspiradora. Y lo tenía.
Pasaron unos días, y me anunciaron como finalista. Di la tabarra a todos mis compañeros, difundí el concurso en redes, se lo dije a mis amigos. No tengo palabras suficientes de agradecimiento para todos aquellos que me apoyaron, el calorcito de equipo que he sentido y lo arropada que he estado. Además, pude conocer a otro finalista de la oficina de Madrid, Alberto Romagosa. Me tomé un café con él y me contó cómo estaba viviendo el concurso.
Unos días después, estando en la oficina, recibí otro email: era una de las dos ganadoras. ¿En serio? ¿De los 45 concursantes que había, he ganado yo? Salí dando saltos de la sala, a contárselo a mis compañeros… Que qué bien, que qué contentos,que a ver qué nos traes de Orlando.
Así que hice la maletay llegué a Estados Unidos. El pabellón era enorme, con pantallas por todas partes; la posibilidad de ir a 170 sesiones de temáticas distintas según tus intereses, los compañeros de NTT DATA Business Solutions que conocí, el CEO de NTT DATA Services…
Recuerdo cuando me senté en la keynote con Salvador Sagrado y Luis Domingo (gracias, gracias y gracias por vuestra compañía aquellos días) y vi en directo cuáles iban a ser los temas candentes este año: la Inteligencia Artificial, Green Ledger, SAP Datasphere. Y a partir de ahí, movimiento libre; estar en el stand de NTT DATA, ir a las sesiones que más me gustaban, tomar algo con los compañeros después del evento.
Pero eso no fue todo… el cierre del evento lo hicieron en el parque temático de Universal, exclusivamente para los asistentes del SAPPHIRE. Tuvimos la oportunidad de disfrutar de las atracciones sin hacer colas (lo de Harry Potter me pareció increíble… no os hago spoiler), y de ver en directo a Usher.
Unos días después de mi regreso a España, venía Hu You (la otra ganadora del concurso) al SAPPHIRE de Barcelona. Tuve la oportunidad de conocerla y hablar un ratito con ella, y con algunos organizadores del concurso, en la fiesta que organizó NTT DATA en la Fundació Miró. Un entorno increíble y una noche estupenda, rodeada de partners, clientes y compañeros. Estoy segura de que Hu You ha disfrutado tanto de Barcelona como yo lo hice de Orlando.
Ese “qué bien, qué contentos” de mis compañeros al enterarme de que había ganado el premio, sólo muestra una décima parte de la sensación que tuve yo en ese momento. No ha sido sólo ganar un concurso, ha sido ver hecho realidad algo que soñaba cuando era más joven. Y miro atrás y pienso que si pudiera hablarle a la Alejandra de 2015, le diría “confía, que vas a ser capaz”. Y lo que veo, es que el camino empezado hace años, toda la perseverancia, dedicación y esfuerzo invertido, con un poquito de suerte, merecen la pena.
Así que, desde mi mesa en la oficina, levanto mi taza de café y brindo por los sueños cumplidos, y los muchos que nos quedan por cumplir.